Alemania selló el hundimiento de Grecia, incapaz de frenar a la
maquina de hacer fútbol del equipo que dirige Joachim Löw, ajeno a
cualquier comparación política entre los dos países, que olvidaron la
crisis del rescate con una dosis de fútbol en una Eurocopa en la que los
germanos aprietan hacia el título con su pase a semifinales.
Comenzó
el choque con sorpresa de Löw en su alineación. Desde la concentración
alemana, en los últimos días surgieron algunas preguntas sobre el
sentimiento de los jugadores que apenas tenían presencia en el equipo.
El técnico germano contestó con un once novedoso. Su goleador, Mario
Gómez, con tres dianas en el campeonato, tenía molestias y dejó su sitio
al incombustible delantero del Lazio Miroslav Klose, que a sus 34 años
todavía sigue siendo una garantía.

Eso fue lo que puso sobre el
césped Alemania. Una propuesta enfocada a crear fútbol con intenciones
claramente ofensivas. Todo lo contrario que lo que tenía enfrente.
Grecia seguía a lo suyo, a defender, a lo que realmente sabe hacer.
Tampoco tiene otra opción. Por el tipo de jugadores que tiene o por la
cultura histórica futbolística de su país, ese es su estilo. Y están
orgullosos.
No en vano, con él mueren rápido o alcanzan el
olimpo de los dioses con sufrimiento. En una fase final de un gran
campeonato o lo hacen todo o no hacen nada. O caen eliminados en la fase
de grupos o ganan el torneo, como hicieron en la Eurocopa de 2004 de
Portugal con un alemán al frente, Otto Rehhagel, que condujo a Grecia
hacia la gloria.
No hay más, aunque este viernes hicieron
algo inédito. Pasar a cuartos y caer. Una novedad. Pero lo merecieron.
Alemania fue demasiado grande para los helenos, que pese a poner cinco
defensas y esperar un contragolpe sin querer la pelota, no tuvieron
ninguna opción y recibieron muchas oportunidades.
Salieron
al césped del Gdansk Arena dormidos. En cuatro minutos, los hombres de
Joachim Löw crearon tres claras oportunidades. Una de ellas acabó en
gol, pero Schürrle no pudo celebrarlo porque fue anulado. Era un
festival germano contra un equipo que esperaba su sentencia. Esa
situación llegó a poner nerviosos a algunos jugadores. Samaras, pasado
de revoluciones, hizo un trío de entradas aparatosas que mostraban la
desesperación de Grecia.
A ese ritmo, estaba claro que la
maquinaria alemana tarde o temprano iba a pasar por encima de su rival.
Se hizo esperar, hasta el minuto 38, cuando Phillip Lahm, con un
zapatazo efectivo desde fuera del área abrió la lata. Curiosamente tuvo
que ser un defensa el que rompiera el cerco. Lahm es experto en grandes
goles. Ante Costa Rica en el Mundial de 2006 logró uno parecido.
Antes lo pudo hacer Mesut Özil, pero falló un mano a mano tras una pared vertiginosa con Reus.
Con
Grecia remando en contra, en la segunda parte se incumplió el guión al
que estaba predestinado estirando sus líneas para buscar el empate. Por
lo menos, durante seis minutos, que fue lo que tardó Sami Khedira en
deshacer el sorprendente empate de Samaras. El jugador del Real Madrid
contrarrestó el tanto griego (de contragolpe), con una espléndida volea
desde dentro del área.
Ese fue el final para Grecia, que necesitó un "rescate" que no llegó.
Al revés, lo que vino fue el hundimiento definitivo. La puntilla final
la pusieron Klose y Reus que con sus tantos dieron sentido al rodillo
alemán, que sigue presentando su candidatura al título. El gol postrero
de Grecia, de penalti, sirvió para despedir con dignidad a un equipo que
llegó hasta donde mereció.
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