
Los tiros de Ronaldo se convierten en meteoritos. El luso dispara con tal violencia que el balón parece de todo menos un material inerte. La pelota toma vida propia, sube para despistar y baja a una velocidad inusitada. Los porteros todavía no han encontrado antídoto para cubrirse.
Más rápido que su propia sombra
Courtois es la última victima de Cristiano, que ayer marcó el primero de falta directa. El 7 disparó al lugar que tenía el nombre del guardameta rojiblanco, pero igual le dio. El cuero se elevó y entró por la cepa del palo. Pareció de todo menos una simple pelota de fútbol, pero ahí no quedó la cosa.
Courtois es la última victima de Cristiano, que ayer marcó el primero de falta directa. El 7 disparó al lugar que tenía el nombre del guardameta rojiblanco, pero igual le dio. El cuero se elevó y entró por la cepa del palo. Pareció de todo menos una simple pelota de fútbol, pero ahí no quedó la cosa.
En la segunda mitad, con el Atleti empatando y la Liga en vilo, cayó el segundo meteorito sobre el planeta rojiblanco. Cristiano se plantó en la frontal, esquinado, y activó su bomba de inteligencia. Courtois, que roza los dos metros, no fue capaz de desactivarla. No se vio ni la sombra del balón.
Ya sabemos que Cristiano no tiene compasión de nadie. Ya se atrevió a lanzar misiles desde su caza en Pamplona, en Sevilla, en el Bernabéu. La Tierra está amenazada. Próximamente habrá otra lluvia de meteoritos.
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